El pasado 14 de marzo, la Mesa del Parlamento daba el visto bueno a la publicación de un boletín que cercenaba sin pudor el derecho de algunos funcionarios a disfrutar de sus vacaciones.
En concreto, se convertía un derecho individual y fundamental en uno familiar, sometiéndolo además a las necesidades del servicio. Es decir, en el caso de los matrimonios que trabajan en el Parlamento, uno de los cónyuges podría disfrutar de sus vacaciones amparándose en su derecho, pero el otro no podría elegir sus fechas con la misma libertad.
Así trataba de saldar el Parlamento la discordia entre funcionarios en el momento de elección de sus fechas vacacionales. Sin embargo, apenas dos días después, semejante despropósito tuvo que ser rectificado.
Se deja de considerar las vacaciones en el ámbito familiar pero se mantienen las necesidades de servicio. Esto significa que, si se decide que hay mucha carga de trabajo o que un servicio se puede quedar sin atender, se puede limitar también que ese matrimonio disfrute de sus vacaciones a la vez.
Además, se obliga a los empleados a elegir un tiempo mínimo obligatorio de 15 días y se restringen las visitas familiares a las dependencias del Parlamento.
Todo esto fue aprobado por los grupos que componen la Mesa del Parlamento, a excepción de Podemos, sin negociar siquiera o informar a los trabajadores a través de los sindicatos.
Desde la Federación de Servicios a la Cidadania, (FSC) de CCOO queremos dejar claro que estos son sólo algunos ejemplos de lo que sucede cada día en la ‘casa de la democracia’, un lugar que debería ser ejemplo de convivencia y resolución de conflictos pero que es, sin embargo, la casa de la discordia.