Joaquín Nieto, director de la Organización Internacional del Trabajo para España, ha sido uno de los participantes en los Cursos de Verano de la Universidad de La Rioja que organiza CCOO. Ha apostado por realizar cambios profundos para hacer frente a la revolución que se avecina. «Sin esos cambios, la sociedad colapsará».
Asistimos a una época de profunda incertidumbre en torno al futuro del trabajo. La gente se pregunta si va a haber trabajo para todos o cómo va a influir la robotización en los empleos actuales.
Esta preocupación es normal, fenómenos como la digitalización, la robotización o la globalización se van a incrementar de forma vertiginosa en los próximos años, con repercusiones clarísimas sobre el mundo del trabajo. También van a influir las tendencias migratorias. Hoy en el mundo hay 244 millones de emigrantes, el 40% más que a principios de siglo y la mitad de los que habrá en 20 años.
Además, hay 200 millones de parados y 40 millones de jóvenes se incorporan cada año al mundo laboral. En los próximos 10 o 15 años se tendrán que crear 400 o 500 millones de empleos para responder a esa demanda.
Así mismo, se necesitan cambios profundos en la manera de trabajar, consumir y producir para cumplir los Objetivos de París sobre el cambio climático. Sectores como el petróleo, el gas o el carbón van a tener que desaparecer. Tenemos que ir a una economía baja en carbono, con lo que millones de empleos van a desaparecer y otros se van a crear.
Y todo esto en un contexto de desigualdad creciente, no sólo entre países, sino también en cada país. Hay, además, un deterioro en las relaciones laborales y en la calidad del trabajo. En España la recuperación económica no está acompañada de una recuperación social.
¿Cómo podemos hacer frente estos cambios?
Estos cambios pueden repercutir para mal, y generar millones de desempleados y marginados, o pueden repercutir para bien. Las nuevas tecnologías pueden significar unas ganancias que pueden crear trabajo en educación o en cuidados a las personas. También debemos renovar la economía para ir a una economía verde que responda a los desafíos del cambio climático.
Todo depende de si esa transición se hace de manera justa y eso requiere diálogo social. En este sentido la OIT es un espacio de diálogo privilegiado, porque es la única agencia de la ONU en la que no sólo están presentes los gobiernos, sino también la sociedad civil.
¿Las próximas generaciones vivirán peor que nosotros?
Las generaciones venideras podrían vivir peor que las presentes o no. El futuro no está escrito, lo podemos construir, aunque tiene que haber un cambio muy profundo en la manera de trabajar, de consumir y de producir. Si no, la sociedad va hacia a un colapso socioambiental. Debe haber un cambio en las energías, en el transporte, en la agricultura y también en las relaciones laborales. Tiene que extenderse el trabajo decente, que es aquel con derechos, sin discriminaciones, en condiciones saludables, con ingresos para vivir dignamente y con protección social. Si se extiende el trabajo decente será más fácil hacer esa transición.
La fiscalidad también deberá cambiar.
Ahora hay un debate sobre si hay que poner impuestos a los robots para obtener la recaudación que no va a venir de los trabajadores a los que sustituyen, pero esto también supondría un frenazo a las nuevas tecnologías. Habrá que ir a una nueva fiscalidad para garantizar la protección social. Igual no hay que poner impuestos a los robots, pero sí a los beneficios que su incorporación aporta a la empresa.
También se discute sobre si la renta básica universal es un instrumento de interés para garantizar que esa transición sea justa y sobre la necesidad de cambiar el sistema educativo porque los trabajadores tendrán que formarse toda la vida.
En un escenario sin cambios, la sociedad puede colapsar por aumento de la desigualdad, por crisis en el sistema de protección social o por razones climáticas. Si no se producen cambios que puedan responder a estos desafíos, la sociedad colapsará.
