Como todas las crisis, el COVID-19 tiene un impacto de género aún difícil de cuantificar pero muy real. Según la ONU, el virus golpea tres veces más a las mujeres, por salud, por la violencia de género y por la sobrecarga de cuidados, ya que el confinamiento aumenta la carga de trabajo en el hogar, dificulta el control sanitario en los embarazos e intensifica el riesgo de sufrir violencia doméstica (violencia de género ejercida sobre la pareja, los y las hijas y las personas mayores confinadas en el mismo hogar).
En lo que respecta al ámbito laboral, las mujeres afrontan esta crisis desde un punto de partida peor: las mujeres acceden y permanecen en el mercado de trabajo en peores circunstancias y condiciones, siendo las que mayor tasa de paro, de parcialidad no deseada y de temporalidad soportan. Además, nuestra presencia se concentra en los sectores con menor reconocimiento social, hasta ahora, por tanto, con remuneraciones más bajas, como son servicios, ayuda domiciliaria, dependencia, sanidad y limpieza. Sectores, todos ellos, imprescindibles antes y ahora durante esta pandemia, esenciales y aplaudidos.
Dentro de su labor sindicalista, CCOO ha elaborado unas guías que recogen las medidas adoptadas por el Gobierno para hacer frente a los retos que la crisis sanitaria ha agravado en materia de conciliación corresponsable, de la situación de vulnerabilidad de las trabajadoras del hogar y de combatir las violencias machistas. Sin embargo y a pesar de que estas medidas recogen algunas de las peticiones reivindicadas por el sindicato, no podemos dejar de hacer una valoración crítica y poner de manifiesto que aún sigue habiendo situaciones de vulnerabilidad y desprotección a las que hacer frente.
Así, en relación a las medidas de conciliación y corresponsabilidad aprobadas en el RD-L 8/2020, alertamos de que no se recoge ninguna que faciliten la corresponsabilidad de los hombres tanto en las Administraciones Públicas como en las empresas privadas y que quedan fuera de toda protección, las trabajadoras del hogar que ejercen de forma informal y las personas desempleadas sin prestación. Tampoco sirve de mucho la posibilidad de reducir la jornada al 100% si no va acompañada de una prestación compensatoria, ni contempla como colectivo vulnerable a las familias monomarentales encabezadas por una madre y que suponen 1,5 millones de los hogares españoles, de los cuales 1 de cada 2 están en riesgo de pobreza.
Del mismo modo, el subsidio extraordinario para las trabajadoras empleadas del hogar adoptado en el RD-L 11/2020, sólo protege a las dadas de alta en el régimen de la Seguridad Social, olvidando a las que lo ejercen de modo informal, cuya situación tampoco les permite acogerse a ERTE, a una baja por enfermedad en caso de contagio o necesidad de ponerse en cuarentena; y las obliga a seguir ejerciendo con la equipación preventiva necesaria. Este real decreto tampoco recoge las reclamaciones de equiparación con el resto de las personas asalariadas de derechos laborales y prestaciones sociales ni de la ratificación del convenio 189 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) que CCOO viene reivindicando desde hace tiempo.
Por todo esto, desde CCOO alertamos no sólo de que es preciso poner el foco en los trabajos de cuidados y en que quienes los realizan, mayoritariamente mujeres, tengan condiciones laborales dignas y cuenten con los equipos y medidas adecuadas de prevención, durante la crisis del COVID-19. Si no también, recordar a gobiernos, administraciones públicas y empresas su compromiso con la igualdad de género para que lo que mañana nos vuelva a parecer urgente no deje de lado a las mujeres que hoy sostienen nuestras vidas, dentro y fuera de los hogares.