Es urgente revertir los recortes iniciados en 2012 para disfrutar de unas pensiones dignas

Es urgente revertir los recortes iniciados en 2012 para disfrutar de unas pensiones dignas

Desde la Federación de Pensionistas de CCOO venimos denunciando que se habla mucho de que las personas mayores debemos envejecer activamente. La realidad es que las Administraciones Públicas no cumplen con la obligación de poner los recursos económicos y materiales necesarios para que las personas mayores tengan cubiertas todas sus necesidades.

En España, durante años, pero en especial en los años posteriores al inicio de la crisis económica del 2009, bajo el criterio de austeridad se implantaron una serie de políticas públicas y recortes presupuestarios que causaron un deterioro en el sistema público de la salud. La limitación de la cobertura del modelo de atención asistencial universal y sus recursos fueron unas de las principales consecuencias. Estos recortes de derechos en sanidad y recursos sanitarios, junto con el encarecimiento de los gastos sanitarios para los hogares han ocasionado el deterioro de calidad de vida. Dentro de un contexto de envejecimiento de la población, con una mayor prevalencia de enfermedades crónicas y consecuentemente con una necesidad creciente de un mayor gasto en sanidad y nuevas terapias.

El deterioro del sistema de salud pública se ha hecho especialmente visible con la pandemia de la COVID-19, resultando en una crisis sanitaria en toda España. Si bien la pandemia se ha producido a escala global, las limitaciones en los recursos médicos y sanitarios en el caso de España ha condicionado la capacidad de respuesta ante la pandemia. En estos meses, se ha hecho evidente la falta de medios para evitar los contagios, rastrear los existentes y mitigar el nivel de las defunciones.

Igualmente la capacidad de respuesta del sistema de atención a la dependencia ante la crisis sanitaria ha resultado manifiestamente débil. En el caso de las residencias, nos parece muy importante la necesidad de categorizar y actuar en función de la exposición al virus dentro de las residencias de mayores para facilitar el aislamiento, la medicalización de la atención en las mismas residencias para los casos menos graves y la derivación a los hospitales de los casos más graves.

En cuanto a la atención a domicilio, además de los protocolos de prevención para los y las profesionales, incidimos en la necesidad de identificar a las personas con mayores necesidades de atención y de priorizar las atenciones consideradas imprescindibles en cada caso para así poder reorganizar los recursos. Se emplaza a que sean los Servicios Sociales quienes valoren las situaciones personales y sociales de las personas usuarias, y no las empresas.

Queremos incidir en la urgencia de la reversión de los recortes iniciados en 2012 para recuperar la intensidad de las prestaciones, revertir el aumento de los copagos, reducir las solicitudes pendientes de valoración y las listas de espera, supervisar el cumplimiento de los requisitos de calidad y garantizar la transparencia del sistema.

Desde que se configurara el sistema de pensiones en España, se han sucedido diversas reformas que oscilaban en una constante tensión entre asegurar la suficiencia de las prestaciones y la sostenibilidad del sistema. En las sucesivas reformas (1985, 1997, 2002, 2007 y 2013) la tensión ha ido in crescendo dado el contexto del envejecimiento, el acceso de más personas a la situación de pensionistas y con derecho a mejores pensiones en contraste con una mayor precarización laboral y por lo tanto, menores aportaciones al sistema.

La mayor parte de las reformas que ha vivido el Sistema Público de pensiones lo fueron como resultado del acuerdo en el marco del Diálogo Social, a excepción de las de los años 1985 y 2013. Está demostrado que cuando las reformas se dan con acuerdos, se garantiza el futuro del Sistema.

No podemos olvidar la desigualdad laboral a lo largo de la vida pues se plasma claramente en la brecha existente en las pensiones. Tanto el tipo de pensión como sus cuantías colocan a las mujeres en una posición visiblemente peor que la de los hombres. Antes de la crisis, ya se podía observar que las condiciones laborales que generarán derecho a las futuras pensiones siguen manteniendo la desigualdad. Las políticas para abordar las consecuencias que la crisis económica y de cuidados tienen y tendrán en las condiciones de trabajo, renta y vida de las mujeres un papel protagonista para evitar que la brecha existente se afiance, crezca y se perpetúe a lo largo de su vida.

Por todo ello, en este 1 de octubre, la Federación de Pensionistas y Jubilados de CCOO reclamamos al Gobierno y al conjunto de las Administraciones y Poderes Públicos, lo siguiente:

  • El desarrollo e implantación de políticas públicas en materia de promoción de salud y atención socio-sanitaria son imprescindibles para garantizar el envejecimiento de forma activa. Estas políticas afectan de forma directa al deterioro de la salud y las capacidades autónomas de las personas mayores.
  • Se hace cada día más imprescindible situar el gasto sanitario público en, al menos, el 7,2% del PIB. Algo que CCOO venimos reivindicando durante años. Ese incremento en la financiación debe aparejar incrementar el gasto sanitario en Atención Primaria hasta el 25% del total del mencionado gasto. Conseguir acercar a la población los servicios sanitarios, y dar más capacidad resolutiva a la Atención Primaria.
  • Que se proteja a las personas mayores de la COVID19. Para ello hay que trabajar considerando tres situaciones diferentes en la población mayor: Personas mayores válidas y autónomas. Personas que requieren ayuda a domicilio. Personas residentes en centros de mayores.

El primero de los casos requiere aislamiento y prevención primaria. Los otros dos casos, precisan de una apuesta por el establecimiento de criterios comunes estatales. Amparando los derechos de atención a la dependencia y la salud pública, mediante el procedimiento de cooperación interadministrativa. Regulando criterios claros de actuación, que deberán aplicar tanto las administraciones competentes como las empresas del sector y sus trabajadores y trabajadoras.

  • Se necesita más capacidad de respuesta del sistema de Atención a la Dependencia ante la crisis sanitaria, pues ha resultado manifiestamente débil. Desde 2012, el desarrollo del sistema se ha ido asentando sobre una fragilidad que se ha hecho patente los últimos años. Potenciar el sistema sobre el eje crucial de la calidad es clave para afrontar los meses que están por venir. Para ello hay que garantizar una atención integral, potenciando la autonomía personal y teniendo capacidad de reacción frente a posibles brotes. Ello precisa de una mejora de la coordinación socio-sanitaria, con protagonismo de la atención primaria y de la atención geriátrica y gerontológica. Hay que hacer más hincapié en la relevancia de reorganizar los centros de atención a las personas dependientes adecuando sus recursos y espacios medicalizados en función del grado de dependencia y bajo la dirección e inspección de los servicios públicos de salud.
  • Aunque la revalorización de las pensiones viene recogida en el Art. 50 de la Constitución como un principio rector de la política económica de nuestro país, lo cierto es que la única fórmula de revalorización automática que garantizaba por ley el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones fue la nacida del Acuerdo de Pensiones de 1996. Ligada entonces a la inflación, y que ha estado vigente hasta la reforma unilateral impuesta por el Gobierno del PP en 2013. Si el Gobierno no deroga la reforma de pensiones del 2013, el uno de enero del 2021 se vuelve al 0,25% y eso no lo podemos permitir.
  • Es cada día más urgente que se llegue a un acuerdo en la Comisión del Pacto de Toledo para que, sobre la base del diálogo y el acuerdo social y político amplio, se pongan en marcha las medidas necesarias para garantizar la sostenibilidad del SPP en el presente y futuro. Que se recupere el índice de revalorización de las pensiones y que sea pactada en el marco del Diálogo Social.
  • Los partidos políticos deben tomar conciencia que el colectivo de personas mayores es muy vulnerable a políticas de recortes. Hay que tener en cuenta que (estas personas mayores) estamos pasando, cada vez más, a convertirnos en sustentadoras principales, cuando no únicas, de las siguientes generaciones. Tengamos presente que las pensiones suponen la principal fuente de ingresos de más del 25% de los hogares.
  • Es necesario abordar las desigualdades a lo largo de todas las etapas de la vida. Las políticas públicas deben garantizar el ejercicio efectivo de los derechos a la vez que promover la redistribución de la riqueza. Existe margen para mejorar la contribución fiscal, así como para conseguir un sistema fiscal más justo, en el que haya un reparto más equilibrado de los esfuerzos. Sin ello, las desigualdades económicas y sociales experimentadas a lo largo de la vida se trasladan a la vejez. Como sucede con las brechas de género, en el trabajo, cuidado y pensiones.
  • Se hace imprescindible que el diálogo social recupere un papel protagonista de cara a los retos que plantea la Covid 19. Necesidad de más recursos para proteger la calidad de vida de nuestros mayores y los riesgos de posibles nuevas tensiones en los sistemas socio-sanitarios, durante los próximos meses o incluso años. Es crucial, más en el largo plazo, un diálogo social fortalecido  para encarar colectivamente los desafíos que implican procesos estructurales como el envejecimiento o los impactos de la digitalización de la economía en el empleo y sus repercusiones, sobre todo, en la sostenibilidad del estado del bienestar. Las políticas sociales tienen que cumplir su objetivo final, y no es otro que el de ayudar a los colectivos más necesitados y cubrir sus necesidades básicas en: alimentación, sanidad y vivienda entre otras.

Por todo ello, si no se tienen en cuenta nuestras propuestas en el desarrollo de políticas públicas y con una mayor dotación de recursos para la mejora del sistema de salud y dependencia, la financiación de las pensiones, la aplicación transversal de la perspectiva de género y el replanteamiento del sistema productivo y fiscal, los pensionistas y jubilados, con el conjunto de la sociedad organizada, nos seguiremos movilizando hasta conseguirlo.

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