24 de enero de 1977. Hace hoy 40 años. Fue el día en que un grupo de asesinos entró a un despacho de abogados de la calle Atocha y mató a cuatro abogados laboralistas y un sindicalista, todos ellos militantes de CCOO y del PCE.
El asesinato de estos abogados tenía un objetivo fundamental: provocar un enfrentamiento con aquellos que luchaban contra el régimen y por las libertades y evitar que la incipiente democracia se abriera paso en España.
Pero consiguió todo lo contrario. El dolor y la rabia por aquellos asesinatos se perfilaron enseguida como la expresión de que el camino hacia la democracia no tenía vuelta atrás.
La multitudinaria despedida a los abogados de Atocha mostró la verdadera dimensión de la voluntad de cambio. Miles de personas asistieron a aquel acto austero e impecable, organizado por el Partido Comunista y CCOO, dos organizaciones no legalizadas todavía.
Aquel día Marcelino Camacho, líder de CCOO, alzó su voz para reclamar “que sean los últimos muertos por la libertad, comprometiéndonos a seguir sus ideales, pacíficamente, como lo hemos hecho siempre”.
Hoy algunos cuestionan el proceso de transición en nuestro país. Hoy, otros recordamos que no fue un proceso fácil ni pacífico.
Represión, cárcel, torturas y muertos fueron el alto precio que pagamos por la libertad que hoy tenemos como herederos de los Abogados de Atocha.